Pues sí, este fin de semana hemos realizado nuestra primera excursión en tierras rumanas, y ha dado para mucho... Para empezar, en el viaje de ida (300km=6 horas de tren), nos encontramos con una familia gitana rumana al completo, lo que nos hizo pensar que de ahí saldrían historias variopintas... Y la primera no se hizo esperar, la verdad. A los cinco minutos de la llegada del clan, la madre sacó el mantel, y a partir de ahí empezó un festival de comida que parecía no tener fin... Ahí apareció hasta una bandeja de pollo asado! Bueno, fue bastante gracioso, la verdad. La pequeña del clan tenía tres años, y era una niña muy espabilada (yo creo que demasiado para esa edad, la verdad). Cuando la vimos comer el yogur con la tapa a modo de cuchara (sí, sí, untaba la tapa doblada en el yogur, y eso era la cuchara...) pensamos que era algo que se le había ocurrido en ese momento... pero no, enseguida vimos que el resto de la familia tenía el mismo modus operandi...
En cuanto a la familia, indicar que parecía recién salida de Mórdor. El niño era muy siniestro (y no es que lo diga yo, es que era así). Se hicieron amigos nuestros porque uno de los becarios les dejó el ipod, y así conseguimos que el viaje no se hiciera tan pesado...
Cuando a las doce de la noche, por fin, llegamos al destino, vimos que la ciudad (Sighisoara) era muy bonita, ya que tenía bastantes edificios antiguos cuidados y muy iluminados. Hacía un poco de frío, pero el maravilloso taxi que nos llevó al hotel nos hizo entrar en calor (por el módico precio de un euro y medio...).
El hotel, en el centro del pueblo, tampoco nos defraudó. Por veinte euros la noche, con desayuno buffet incluido, y vistas a la torre principal del pueblo, no se podía pedir más, la verdad.
Y el pueblo en sí, pues muy bonito también. Vimos una boda rumana, y he de decir que aquí el gusto lo deben tener congelado por el frío, porque fue como viajar en el tiempo... Algún día subiré fotos de un escaparate de ropa (de niños o de trajes de novia, da igual, son todos muy siniestros).
Lo peor de todo: las seis e interminables horas de tren para volver a casa... Los trenes aquí "huelen muy bien", y te puedes sentar al lado de diez canis que se tiran cuatro horas con música en rumano y cantando para acompañar... En fin, que ha sido un viaje horrible... Y luego, en la estación, los taxistas nos querían timar... en fin, esto es Rumanía :)
Estación de trenes.
Iglesia Ortodoxa
Torre principal del pueblo
Homenaje a Vlad Tepes, que "tanto bien hizo por esta nuestra comunidad..."
Casitas coloridas
¡Españoles por Sighisoara!
Esta es obvia: Una pensión
Al fondo se ve la casa de Drácula. El hombre del tambor recitaba un pregón en japonés, pero sabía más idiomas, y lo cambiaba en función del turista... muy majete :)
La gran boda rumana. Es una lástima que no se aprecien los dibujos del traje del novio... buffff
Tienda de antigüedades
Vista desde la plaza central. En el restaurante con la cabeza de ciervo comimos comida típica
Sí, había muchas escaleras...
Iluminación. En esto no escatiman
¡Nuestro hotel! :)